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Writer's pictureLorena Siqueiros

¿Con qué intención hacemos las cosas?

Desde el momento en que nos despertamos hasta el momento en que nos vamos a dormir, tenemos este deseo, consciente o no, de ser felices y sentirnos bien.


Estamos en el torbellino de la vida y a veces en piloto automático. Elegimos nuestro desayuno, cómo nos vestimos, con quien nos relacionamos, a dónde vamos… Nuestra vida está ocupada, todo el tiempo… y aunque detrás de todo esté nuestro profundo deseo de felicidad, no todo el tiempo nuestras intenciones están alineadas a eso que con todo nuestro corazón queremos.


¿Porqué? Porque en nuestro mundo exterior hay intenciones muy claras de lo que se quiere de nosotros; de lo que se quiere que creamos y pensemos. No sólo nosotros, también nuestros hijos.


Un niño mira en 1 año 20 000 anuncios en promedio. Y eso es sólo en la Televisión. ¿Qué tal en los celulares, las computadoras, las tiendas y sitios que visitamos, los espectaculares, la música… ?


Éstos anuncios están impactando todo el tiempo la manera en que nos vemos a nosotros mismos. Lo increíble es que nosotros también podemos impactar ésta realidad cuando nos volvemos conscientes de ello.


Es por esto, que la intención se vuelve tan importante en este camino de auto-descubrirnos. ¿Qué es lo que realmente queremos? ¿Qué es lo que realmente valoramos en nuestra vida? ¿De qué quiero ser parte? ¿En qué quiero contribuir? ¿Qué tipo de ambiente familiar quiero? ¿Qué tipo de mamá ó papá quiero ser? ¿Qué tipo de crianza quiero para mis hijos?


Una vez que nos hacemos éstas preguntas nos daremos cuenta que vienen a nuestra mente valores universales como amor, alegría, paz, bondad, felicidad… y si preguntamos a los niños responderían de manera muy similar.


Todos queremos lo mismo ¿cierto?. ¿Cómo vamos a crearlo?.

¿Esperaremos a que el de junto lo haga? Quizá somos nosotros los responsables de que ese entorno que queremos se haga realidad.


Al asumir esa responsabilidad, naturalmente empezaremos a hacernos más conscientes de las palabras con las que hablamos, los pensamientos que tenemos y nuestras acciones. Y así podemos crear la realidad que queremos. Es por eso que cultivar una intención diaria hará que nuestra visión sea más clara a lo largo de nuestros días, meses y años.




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